El servicio secreto de Israel: Las mujeres del Mosad
Representan el 20% de los miembros del servicio secreto de Israel, el órgano de seguridad del país en el que más agentes femeninas participan en misiones especiales
El servicio secreto israelí, el Mosad, es el organismo de seguridad de Israel en el que más mujeres toman parte activa en misiones especiales. El 20% de sus alrededor de 2.000 agentes secretos son mujeres.
De hecho era una mujer, Aliza Maguén, quien hasta hace poco ocupaba el cargo de número dos. «El Mosad -en comparación con otros organismos como el Ejército o los Servicios Generales de Seguridad de Israel (el secreto Shabak o Shin Bet, según sus siglas en hebreo)- es una institución muy avanzada a la hora de nombrar a mujeres para cargos destacados y de incluirlas en misiones complejas y peligrosas», asegura a EL MUNDO su ex jefe máximo Dani Yatom, general retirado del Ejército y diputado laborista desde hace un año.
El Shabak actúa dentro de Israel y en los territorios palestinos de Cisjordania y Gaza, a diferencia del Mosad, que lleva a cabo sus operaciones secretas en el extranjero.
«Sigue habiendo más hombres, por supuesto, pero vamos progresando», añade Yatom, que dirigió el servicio entre los años 1996 y 1998.
Pero Y. (agente en activo) no opina que exista esa igualdad. «Que no me cuenten cuentos; en general las mujeres son ayudantes o acompañantes», dice.
Casos brillantes
Y. era una estudiante de 30 años cuando fue reclutada y enviada a Sudán. Su misión era dirigir el centro de vacaciones que sirvió de cobertura a las actividades del servicio secreto para sacar a judíos etíopes de su país y trasladarlos a Israel, donde llegaron por miles en las dos últimas décadas.
«El Mosad le ha dado oportunidades a algunas mujeres brillantes, pero han sido excepciones. Y en ese caso o las convierten en mitos o interiormente se compadecen de ellas», comenta Y. «Resultó muy difícil convencer a mi jefe de que enviara a una mujer a Sudán. Pero recuerdo que cuando uno de los miembros del grupo que dependía de mí volvió de un viaje a Israel, contó que todos en Tel Aviv [donde están los cuarteles generales del servicio secreto se preguntaban dónde escondo yo mis testículos».
En el Mosad hay un considerable puritanismo a la hora de hablar de la utilización de la sexualidad por parte de mujeres en misiones especiales. La seducción «existe, no se puede negar, pero en dosis mínimas», dice Maguén, que sigue hoy en día desempeñando funciones importantes dentro del servicio secreto.
Y matiza: «No es que nunca entre en juego el elemento sexual a la hora de reclutar a un colaborador extranjero o de llevar a cabo otra actividad, pero en ese caso no será una mujer de las nuestras. Ninguna de nuestras mujeres se irá a la cama con un hombre como parte de su trabajo en el Mosad».
Pero Maguén aclara que «eso no quiere decir que, a fin de alcanzar un objetivo frente a un hombre, no se utilicen mujeres de pago, ya que la sexualidad puede desempeñar un papel».
Uno de los grandes mitos del Mosad -una suerte de Mata Hari moderna y más eficaz- fue Cindy, clave en el secuestro en Roma en 1986 del técnico israelí Mordejai Vanunu, que había vendido al diario británico The Sunday Times los secretos del reactor nuclear de la ciudad de Dimona, en uno de cuyos puestos de control había trabajado. De ese modo, Cindy, nacida en EEUU, evitó que se publicaran algunos de los secretos mejor guardados de Israel.
La guapa agente secreta sedujo a Vanunu en Londres haciéndose pasar por una turista estadounidense, y lo convenció para que hicieran juntos un romántico viaje a Roma, donde agentes del Mosad lo secuestraron y lo llevaron clandestinamente en barco a Israel. Vanunu fue acusado en Israel de «alta traición» y condenado a 18 años de cárcel, y permanece desde entonces confinado en una celda.
¿En qué se diferencia el trabajo de una mujer del de un hombre? «Yo creo en la intuición femenina, y éste es un trabajo en el que hace falta mucha intuición», explica Maguén.
Para la ex número dos del Mosad, asimismo, una mujer puede estar en un lugar en el que no es normal que esté un hombre. Además, «la información secreta que se obtiene suele ser a fin de cuentas un trabajo de persona a persona y se basa en la confianza mutua, y en esto las mujeres son mejores», afirma Maguén.
¿Y qué condiciones debe reunir un espía, mujer u hombre? Según el recientemente fallecido jefe máximo del cuerpo, Iser Harel -un virtuoso del espionaje-, un agente «tiene que ser curioso sin que se note, valiente, de reacciones rápidas, cuidadoso pero con iniciativa, atento a los detalles, y al mismo tiempo capaz de distinguir entre lo importante y lo que no lo es».
Además, «ha de ser paciente y metódico, atento a las formas de pensamiento y a las costumbres de otra gente, y capaz de actuar en situaciones muy tensas, así como disciplinado y discreto.Pero al mismo tiempo, tiene que ser una persona gris y normalísima que se parezca al dueño de la tienda de ultramarinos de la esquina».
Y. asegura que las agentes «deben ser mujeres normales, pero dispuestas a vivir situaciones de riesgo». «A quien necesita una vida muy ordenada y cómoda le resultará muy difícil dedicarse a esto. Luego está el tema de la familia. En el caso de los hombres no hay que renunciar ella», añade. «En cambio yo sí viví en carne propia esa renuncia. Me llegaron a decir: 'Si no te quedas, cuando vuelvas a casa no me encontrarás'».