Nació en Alejandría, hijo de padres sirios. Tuvo que huir de Egipto tras la crisis del Canal de Suez en 1956. Sus padres fueron a Israel en 1949, pero el se quedó en Egipto para continuar con su trabajo activista en pos del judaísmo y del sionismo. Valores fuertemente inculcados por sus progenitores.
Es llamativo que fuera rechazada su solicitud de ingreso en el Mossad. Fue el legendario director de la organización, Meir Amit, quien decidió readmitirle, entrenarle y encomendarle la más dificil de las misiones para un espía: infiltrarse en las líneas del más acérrimo enemigo y conseguir información militar ultrasecreta.
Eli Cohen, que se convirtió en el exportador sirio Kamel Amin Taabes, viajó primero a Buenos Aires para su coartda. Posteriormente, se estabelció en Siria, en donde empezó a ascender en la oligarquía que dominaba el país. Envió fotografías a sus mandos en Israel de los búnkeres en donde Siria guardaba la artillería de largo alcance de origen ruso, hizo amistad con el sobrino del entonces dictador sirio Hafed al Assad, y consiguió los planes del ejército sirio para conquistar el norte de Israel. La información no tenía precio.
Incluso, el mismo Assad, quiso nombrarle Viceministro de Defensa.
Una noche de enero de 1965, con un una unidad móvil de intercepción rusa, de las más sofisticadas de entocnes, los sirios capturaron al espía israelí mientras transmitía por radio desde su habitación. Le obligaron a enviar mensajes falsos a Israel, pero lo que hizo fue advertir de su captura. Tres dias después Siria declaró que le había apresado. Pese a los esfuerzos de Meir Amit, de las presiones diplomáticas -hasta el Papa pidió que no se le asesinase- un 18 de mayo de 1965, después de recibir y soportar solo Dios sabe que tipo de torturas e interrogatorios indescriptibles sin soltar palabra alguna sobre su misión o secretos israelíes, después de ser procesado por espionaje y condenado a muerte, fue llevado al centro de Damasco para ser ahorcado públicamente. Lo retransmitieron las televisiones del mundo entero. Su mujer, Nadia, intentó suicidarse al verlo. Le salvaron la vida en el hospital.
Su cuerpo quedó colgado en el cadalso durante un día. Se le puso una pancarta al cadaver con soflamas antijudías y antisionistas. Desde entonces sus restos siguen en Siria, sin que los esfuerzos de Israel hayan surtido efecto alguno. Incluso, un alto funcionario sirio ha afirmado que es imposible localizar el cuerpo puesto que se construyenron urbanizaciones encima de su fosa.
Ninguna nación, ningún pueblo, ni siquiera ningún ejército es consciente del trauma moral y existencial que supone para Israel, y en especial para el Tzahal, cuya primera regla es que nunca, NUNCA, se deja a un compañero atrás, vivo o muerto, que sus restos mortales estén en el exilio y sin recibir un sepelio adecuado. La repatriación de los restos de Eli Cohen será una lucha que jamás dejará de lado Israel ni el pueblo judío. Como otras más urgentes que libra en la actualidad.
Su legado, su obra, amén de ser la ayuda estatégica vital que Israel necesitó para propinar a los países árabes vecinos que ansiaban su destrucción, una victoria aplastante -landslide- en la Guerra de los Seis Días, supuso la exteriorización de los valores judíos más supremos, como el sacrificio por los demás poniendo en juego su propia vida, dejando un estandarte heroico, épico y por supuesto dramático para la posteridad del pueblo judío.
Descanse en paz, donde quiera que esté, y que, con ayuda de los cielos, reciba pronto la sepultura que se merece en su Tierra, en su país, por el que luchó y por el que murió.
Zijronó lebrajá.