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Líbano contra Palestina. Trincheras infantiles
Los combates que se desarrollan en las últimas horas en el Líbano han puesto de manifiesto otra vez la diabólica estrategia que los terroristas palestinos usan cada vez que se miden con ejércitos regulares. Primero, han convertido los campos de refugiados en pequeñas dictaduras militarizadas desde donde preparar y lanzar sus ataques contra el Libano o Israel. Y segundo, escondidos entre mujeres y niños, han esperado pacientemente a que éstos caigan víctimas del combate.
Lo cierto es que hoy ya no hay excusa para no saber que los grupos terroristas palestinos utilizan a su propia población civil como parapeto para lanzar sus ataques contra el Líbano o Israel. Ello es posible, además, porque el campo de refugiados de Nahar al-Bared está controlado, excepto en sus accesos, por las milicias palestinas, que han instaurado en su interior una dictadura de facto destinada a matar y morir.
Pese a la propaganda antiisraelí, se mire como se mire, los palestinos son víctimas de quienes matan en su nombre. Primero los empobrecen, y cuando los llevan a vivir en la más absoluta de las miserias, usan sus casas, sus hospitales y sus escuelas de trincheras desde donde lanzar los ataques contra ahora el ejército libanés, antes el israelí. Son rehenes, voluntarios o no, de una ideología racista y totalitaria que busca dominar Líbano primero, aniquilar Israel después, y convertir la zona en cabeza de puente contra Europa.
Mientras tanto, la siempre bienpensante europea, que tanto se preocupa cuando una bomba inteligente israelí equivoca su trayectoria, guarda silencio cómplice mientras los terroristas islámicos se parapetan bajo mujeres y niños con la esperanza de que alguien los mate. En el colmo del cinismo, Abu Mazen, a quien algunos ven aún como interlocutor, justificaba la trinchera humana exigiendo un comportamiento apropiado a los libaneses, "porque los civiles no son culpables y ya es suficiente con la ocupación israelí".
Conocedores de la ceguera voluntaria europea, las milicias palestinas construyen sus cuarteles y ubican sus cohetes cuanto más cerca de los civiles mejor. Manejan a la perfección esa lógica diabólica según la cual los muertos que ellos provocan se anotan en el marcador de las democracias. Estos días ha quedado palmariamente claro. Pero seguro que, la próxima vez, Europa volverá a disculpar a quienes disparan escondidos bajo las cunas palestinas con la esperanza de que una bomba israelí acabe con el niño que duerme sobre ellos. La especialidad de los terroristas islámicos son las trincheras infantiles. Cuanto más infantiles, mejor.